Ya estabamos a finales de octubre, frio en valladolid y Vladimirs todavia seguia sin rumbo. De poco servia aconsejarle e intentar hacerle ver lo que se le vendría encima si seguía por ese camino.

Pero bueno, una cosa no quita a la otra y en él se arraigo además del amor por esta ciudad también el amor por nuestros esquipos de futbol y balonmano.



De camino al pabellón


Atabiado con los colores



Estas fotos son de su ultimo año de carrera, fue socio del Balonmano Valladolid durante dos de los cinco años que estuvo con nosotros. El mismo club le otorgó un pin de plata por ser el primer aficionado extranjero que se hizo socio.

En la grada todos le querían mucho. Siempre será recordado en el pabellón por la bota de vino que se llevaba y los bocatas de panceta.